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Integrándote

Migrar no es una carrera contra el tiempo

Quienes tienen la fortuna de hacer una migración planificada (con contrato de trabajo y un buen colchón económico) también pasan por un proceso de adaptación, aunque sufran menos por facturas o tasas administrativas por pagar. Igual tendrás que amoldarte a tu nuevo cargo, a las costumbres, al clima, a la nueva vida.


Ahora: a quienes les ha tocado acudir a un plan B, C y D; a quienes les han cambiado las reglas del juego una y otra vez; quienes deben lidiar con temas administrativos, visados, permisos de residencia y gastos de vida sin contar, aún, con el ansiado empleo “estable” o emprendimiento que se deriva, entre otras cosas, de una regularidad administrativa, les digo: ánimo. Hay que ser constantes, pacientes, resilientes, humildes. Hay que moverse y confiar que los procesos que se abren, aunque parezcan estancados, siguen moviendo engranajes “tras bastidores”.



No te sorprendas si la persona tiene dos, tres o cuatro años en un país y aún no ha logrado su residencia, pese a sus intentos. No le digas “¿Todavía no?” si no ha podido ir de visita a su país o traer a alguno de sus familiares de vacaciones, o a vivir. Recuerda que cada quien libra sus “batallas” y tiene una circunstancia diferente.


Migrar no es una carrera contra el tiempo ni una competencia. Cada quien lo hace por motivos personales y no es sano comparar ni compadecer a otro, Quizás esa persona tampoco imaginó que sería así, pero ha asumido una realidad que es TEMPORAL y que lo llevará a donde desee estar realmente, pero siempre cumpliendo las reglas y las leyes del país a donde llegues.


Si estás en un trabajo que no es de tu área, pero es el que paga tu alquiler, comida y facturas; si has tenido que aceptar ayuda de amigos o no has podido hacer algunas cosas porque tu documentación actual no te lo permite, no decaigas.


Estás creciendo. Estás aprendiendo. En un futuro, podrás devolver con creces esa ayuda. Habrás entendido el significado de la solidaridad y de los fuertes que somos cuando nos damos cuenta de que no estamos solos.


Si no tienes dinero, se voluntario en alguna organización. Dona sangre, ayuda en tu comunidad, ponte a la orden para cualquier cosa en la que puedas hacer un aporte, por pequeño que sea. Disfruta tus oportunidades, porque siempre tendrás alguna a la mano. Se honesto, dale valor a tu palabra. Es un activo que no se devalúa y lo conservarás por muy dura que esté la situación.


Recuerda que estar en una situación “vulnerable” no te hace débil. Cuidado con confundir las cosas. Es tu oportunidad para reinventarte. Tienes derecho a decir no sin sentirte culpable, a no dar explicaciones personales si no deseas hacerlo. Todo esto es un preámbulo para que florezcas más fuerte, más consciente.


No te sorprendas el día que logres saldar tus deudas ni cuando vayas a extranjería a buscar tu documento. Sonríe y agradece.


No te sorprendas que la vida es una eterna caja de sorpresas.


Articulo original: NO TE SORPRENDAS , septiembre 2018, Inmigrantes XX


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